domingo, 25 de octubre de 2009

SI HUBIERA UNA MAQUINA DEL TIEMPO

Alguna vez leí en un libro que me prestaron, y que por cierto nunca devolví, sobre la posibilidad de viajar a través del tiempo, quien no ha fantaseado con eso, se dice que es matemáticamente comprobable, los cálculos hechos por Albert Einstein y su teoría de la relatividad avalan esta posibilidad por muy descabellada que parezca, aunque para ello se requiere que el objeto a transportar viaje a una velocidad superior a la luz por un conducto especial, de esta manera se lograría alterar la gravedad y el tiempo, produciéndose así el viaje temporal, el problema es que la humanidad aun no ha podido crear una energía que logre generar una velocidad superior a la luz, así que solo queda esperar. Pero si esto fuera posible, es decir si existiese una maquina que logre transportarnos por el tiempo cual película de ficción, y se pudiera hacer un tour por el pasado, en estos momentos solo quisiera ir a un lugar y a una época en especial, para buscar a alguien a quien no pude acompañar por ese camino que quizás no tenia final, porque cuando ella llegaba yo ya me había ido, porque cuando ella se había ido yo llegaba, y porque cuando estábamos juntos nunca estábamos solos. Si fuera posible viajar en el tiempo, quisiera un boleto al pasado siquiera por un día y una noche, imaginando que fuera posible, quisiera aparecer de pronto dentro de aquel salón de paredes verdes de ese colegio de patio grande, de árbol de pino imponente, de chicos alborotados y otros tantos más quietos, saldría de mi salón sin importarme alguna amonestación, y correría hasta el aula que está en frente, me asomaría por la ventana tratando de encontrarla con mi mirada, para descifrar mil cosas que hoy creo tenerlas claras, haría guardia en la puerta hasta que ella salga, y con algún pretexto le pediría me permita acompañarla, me veo allí caminando junto a ella, yo con mi casaca verde petróleo que siempre usaba y con el sabor en los labios a chicle Bubbaloo, y ella caminando junto a mí, con su cabello hondeado recogido por una cinta color blanca, con esa mirada que dulcemente huye de mi mirada, con esa inquietante sonrisa a medias que me desarma, aunque por momentos me deja de sonreír, pareciera que no le agrada mucho esta mi idea de acompañarla, pero ya que importa así nomás al pasado no se viaja.
Aun no sé con exactitud de que le hablaría primero, pues en mi habría tantas emociones y pensamientos agitándose como fieras, ¡sí!, como fieras salvajes atrapadas por mucho tiempo en el sótano del olvido. Pero haría lo posible por no perder el control, para ir paso a paso, para conocerla como siempre quise conocerla, para acercarme a ella y descifrar su mirada, sus gestos, para robarle un pensamiento y hacerlo mío o para darle uno mío para que ella lo haga suyo, para contarle que yo a los 15 años tenía una tristeza en el corazón que no entendía, para preguntarle si a ella también le emocionaba una canción que yo escuchaba, para contarle que las matemáticas me causaban urticarias, para preguntarle si le pasaba igual que a mí que cuando terminaba la tarde, era como si se bajara el telón, y sentía una ligera soledad a la cual no le encontraba razón, para contarle que estaba escuchando canciones de Madonna, New Kids, UB40, Roxette, también de Magneto, Vico C y hasta H2O, para preguntarle que estaba escuchando ella por esos días, para contarle que siempre al final de mis cuadernos escribía frases, poemas y una que otra tontería, para preguntarle si alguna vez vio una estrella fugaz cruzando el cielo, para contarle que tenía un fiel perro llamado Sadok que siempre me recibía festivo cuando volvía del colegio . Hay tantas cosas que le contaría, en ese momento, hay tantas cosas que le preguntaría, que no bastaría un solo día.
Como este viaje es onírico, tan onírico como el hecho de que por aquel tiempo ella haya podido ir a pasear a la playa conmigo, quiero imaginar que sí, que esa tarde fuimos a caminar a la playa, quiero imaginar que ella está allí, lleva el cabello suelto moviéndose al compás del viento, sus ojos brillan más que de costumbre, tiene un ligero rubor en las mejillas producto del sol de esa tarde de primavera, hablamos esta vez del mar, de su inmensidad, de las olas que son únicas no hay dos igual, vienen imponentes y al poco rato ya no están, y que son como la oportunidad misma, que llega una vez y luego no la vuelves a encontrar. Hablamos de la amistad y la comparamos con el mar, hablamos del tiempo y de lo importante que es recordar, esta vez nos sentamos en la arena y hablamos de la aventura de amar, palabra que a esa edad tímidamente lográbamos pronunciar porque no sabíamos a ciencia cierta el concepto, pero si empezábamos a conocer de sus efectos.
Para mí, viajero en el tiempo con boleto de estadía en el pasado por solo un día y una noche, siento que el tiempo se me va entre suspiros y parpadeos, de pronto ya es de noche en este mi viaje atípico, estoy en ese local, en uno de esos bailes pro-viaje de promoción que solíamos hacer, ella está ahí sentada, linda como dibujada, me decido sacarla a bailar, me acerco pero alguien me gana, maldigo mi suerte, pero en la otra canción por fin baila conmigo una salsa, quisiera que la canción nunca terminara, pero esta termina, le digo para seguir bailando, el tema que suena ahora es de Juan Luis Guerra, hablamos de la vida, del colegio, de sus ojos, de nuestros proyectos, de su sonrisa, no importa el tema, cualquiera es entretenido si esta ella, luego el locutor anuncia que el tema que viene es de Natusha, maldigo otra vez, no sé los pasos, ella me gana, pero qué más da, luego suena otra salsa y no dejamos de bailar, le canto al oído lo que dice la canción, “el cariño es como una flor que no se puede descuidar…” la veo feliz es una noche de esas que no se borraran, entonces por fin suena la canción que esperaba, es una balada de Extreme, es More Than Words, sé que a ella le gusta y a mí también; y entonces sabiendo yo que mi estadía en ese pasado se termina, le digo que por favor nunca olvide esa canción y la guarde en su subconsciente para siempre, porque puede ocurrir que no la vuelva a ver por más de 6205 días, o en términos generales 17 años, porque puede ocurrir que cuando vuelva a saber de ella, solo sea por medio de una fría pantalla. La acompaño hasta donde se encontraba sentada, esta tan linda bajo esas luces doradas, me alejo de ella, aunque no quisiera soltarla, la veo por última vez queriéndome quedar allí en ese año pora siempre, para volverla a ver al día siguiente, y al siguiente, pero sé bien que no se puede, a los pocos minutos suena un extraño timbre y todo termina, es la alarma de mi celular son las 3:00 am. del miércoles 21 de octubre del 2009, tengo un vacío en el pecho, una amargura en los labios y una discreta lagrima oculta en mi ojo derecho.Tal vez nunca me llegue a subir a una máquina del tiempo, después de todo quizás lo de Einstein solo sean meras teorías, y la única máquina del tiempo que pueda existir solo sea la imaginación pero, lamentablemente con la imaginación no se puede corregir las omisiones del pasado, solo nos permite soltar hipótesis o suposiciones.
Hoy cuando recuerdo a ella y miro hacia atrás, encuentro un vacío, como si un capitulo de aquel libro haya sido borrado, y cuanto quisiera llenarlo, coger un lapicero y a puro pulso escribir mil cosas, cosas como que un día nos hicimos amigos y a las pocas semanas en un día de otoño, ¡no! mejor en un día de primavera nos hicimos más que amigos, y un día de verano fuimos juntos a esa playa y en un cofrecito escarlata enterramos dos cadenitas enlazadas y un papelito con una frase nuestra de esperanza, o quisiera escribir que un día por su cumpleaños me acerque por detrás de su casa, con esa mi guitarra gastada para cantarle esa canción que tanto le gustaba, o escribir que una tarde en el pasivo parque Santa Fe nos pusimos a bailar sin importarnos que los transeúntes nos miraran, o escribir que una noche con ayuda de dos de mis secuaces empapelamos su calle con afiches misteriosos que tenían impresos esa frasecita que siempre le recitaba al caminar. Esto y más escribiría en las hojas que faltan de aquel libro de pasta dorada, y borraría esas últimas líneas que escribí un día de 1993, esa que dice textualmente que estaba allí sentado en una banca frente al colegio a la hora de salida esperando a que ella pasará, todos iban saliendo, uno tras otro, ya no quedaba casi nadie en la plaza, se cerraron las puerta del colegio, pero ella nunca paso, me levanté de la banca, me abroché la casaca verde petróleo, esa que siempre usaba, y volví a mi casa sin siquiera imaginar que no la volvería a ver hasta después de muchísimos años solo atreves de una fría pantalla.

En ese rincón donde ponemos los recuerdos
la vida nos tiene siempre una emoción guardada
pues es valido recordar e imaginar para vivir

miro esa luz del ayer y
yo recuerdo y pienso en ella
y, espero que nunca se borren las cosas que escribimos aunque fueron pocas
.